La protección estructural consiste en añadirle a una determinada estructura, una protección a base de placas rígidas o morteros ignífugos proyectados, de manera que al entrar en contacto directo con el fuego, se retarde al menos lo inicialmente previsto, que dicha estructura metálica alcance los 550°C, que es la temperatura en la que colapsa y pierde todas sus propiedades mecánicas y de resistencia